La semana pasada, no, no, no, creo que fue ayer, o antes de ayer, no estoy muy seguro. La cosa es que un niño, espera, creo que fue una niña que se encontró un cuaderno que estaba sin letras, vacío. ¡Ah! No, no, no, era un libro, un libro que estaba vacío, que no tenía nada. Pues la niña se lo guardó en el bolso, o en la mochila no se muy bien, y se lo llevó a casa. Entonces allí su madre lo vio… No, no , no y no, se lo llevó al instituto o al colegio, la cosa es que lo llevó a clase.
Allí el profesor se lo vio y el pobre hombre no entendió nada, la niña quería que se lo devolviera, y el profesor se lo quería quedar, discutieron mucho o algo así me dijeron, y, finalmente llegaron a un acuerdo. Todos los de la clase escribirían en el libro una pregunta o un chiste, algo así, hasta que lo llenaron. Creo que al final no lograron llenarlo porque a alguno se le destintó el boli y lo emborronó todo.
La niña se pudo llevar el libro pero estaba tan desgastado y tan estropeado que decidió tirarlo a la calle o a una papelera, dijo que ya no le servía para nada. Yo lo hubiera dejado en alguna parte para que lo continuara alguien ¿verdad que si?
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